La iniciativa COVAX: Proconstruir el pos-COVID-19

Jun 23, 2021

Javier Surasky 
Oficial de Programas Gobernanza y Financiamiento para el Desarrollo Sostenible 
j.surasky@cepei.org

Son muchas las desigualdades preexistentes a la COVID-19 que el virus ha dejado expuestas, casi todas ellas anteriores a la crisis y agravadas por esta: desde la tradicional brecha de ingresos y acceso a servicios básicos hasta la más reciente brecha digital.  

La COVID también ha dado a las sociedades y a sus dirigentes la posibilidad de entender con mayor claridad que cada grupo postergado y derecho vulnerado implican un problema para todos y todas, sin importar de qué lado de la grieta nos encontremos. Algunos ejemplos: la dificultad de sostener cuarentenas en tugurios sin acceso a servicios sanitarios básicos y con hogares superpoblados afectó la capacidad de la sociedad de contener la circulación del virus; el cierre de escuelas no distinguió entre instituciones públicas y los colegios más exclusivos.

Claro está que las herramientas para hacer frente a la situación fueron y son diferentes para unos y otros, tanto al interior de los países como entre países. De eso trata precisamente el concepto de vulnerabilidad. Frente a ello pretende erigirse, en el campo del acceso a tratamientos y vacunas, la iniciativa COVAX.

Primer paso: desigualdad, vulnerabilidad y proconstrucción

Existen infinidad de informes explicando qué son la desigualdad y la vulnerabilidad, así como sus posibles causas, efectos y formas de hacerles frente. No pretendemos aquí ser exhaustivos en el relevamiento ni mucho menos, sino dejar en claro la posición del Cepei frente a estos temas, que podemos reducir a la siguiente afirmación: cualquier desigualdad es inaceptable y todo grupo vulnerable expresa una injusticia social que debe ser reparada.

Partimos de la idea, muy cercana al pleno compromiso de los derechos humanos, de que cada persona es parte de un “algo común” (la capacidad de pensar el futuro, de articular idiomas, la presencia de Dios en nuestro ser…hay explicaciones para todos los gustos) y, al mismo tiempo, es un ser único e irrepetible y, por tanto, diferente de todos los demás. Esto introduce una “tensión en la protección de las personas” que debe tanto tutelar ese “algo común” como la individualidad única de cada una de ellas.

Desigualdad y diferencia son dos conceptos muy diferentes, y el primero va en contravía de esa comunidad entre todos y todas. La diferencia es aceptable y celebrable como fuente de enriquecimiento personal, social y cultural. La desigualdad es un ataque a la idea de humanidad.

Fue precisamente 2015, el año de adopción de la Agenda 2030, el Acuerdo de París y la Agenda de Acción de Addis Abeba, el primer año en que el 1% de la población mundial más rica alcanzó a acumular el 50% del total de la riqueza mundial. Para 2020, mientras se lanzaba la iniciativa de la “Década para la acción” tras verificar el insuficiente progreso mundial hacia el logro de los ODS, esa suma había trepado hasta llegar al punto en que: 

La desigualdad no es solamente económica. En los últimos 25 años, por ejemplo, el 1% más rico del mundo ha sido origen de más del doble de la contaminación por carbono que la producida por las 3100 millones de personas más pobres.

Sobre esa base, podemos afirmar que la humanidad está siendo duramente cuestionada. Y la idea de humanidad, como la planteamos, es una de las piedras fundamentales sobre las que se apoyan el desarrollo sostenible, los derechos humanos, la cooperación y la solidaridad internacionales.

Los ejemplos señalados, especialmente sobre la capacidad de asumir los efectos de la COVID-19 y sobreponerse, son un claro ejemplo de la idea de vulnerabilidad, concepto que refiere a la capacidad de las personas (familias o sociedades, depende el nivel de análisis) para hacer frente a los riesgos -o superar la fragilidad en que se encuentran- ante hechos que pueden producirles algún daño o perjuicio. A menor capacidad de controlar y sobreponerse a la ocurrencia efectiva de esos hechos, mayor vulnerabilidad. En otros términos, la vulnerabilidad refiere al estado de las personas (hogares o sociedades) que “varía en relación inversa a su capacidad para controlar las fuerzas que modelan su propio destino, o para contrarrestar sus efectos sobre el bienestar” (Rubén Kaztman: Notas sobre la medición de la vulnerabilidad social, 2000, página 8).

Son básicamente tres las fuentes de distribución de oportunidades para incrementar la capacidad de hacer frente a los hechos imprevistos que pueden afectar negativamente nuestras vidas: el Estado mediante sus políticas, el mercado mediante su organización de la distribución de bienes, las redes personales mediante la contención y apoyo por personas cercanas.

Unir las ideas de desigualdad, vulnerabilidad y COVID-19 nos lleva directamente al problema clave para proteger la vida de las personas y construir una bisagra entre el mundo en pandemia y el mundo pos-pandemia: el acceso a tratamientos y vacunas.

En tanto la desigualdad ataca directamente la posibilidad de solidaridad, hacerle frente en el campo de tratamientos y vacunas contra la COVID es el único camino posible para superar la pandemia.

Mientras el mundo se empobrece como consecuencia de la COVID-19, por otro lado, los superricos o milmillonarios se han hecho más ricos, y cuando países enteros se ven impedidos a acceder a las vacunas dado su coste, las 10 personas más ricas del mundo podrían pagar el coste de las dosis necesarias para vacunar a toda la población del mundo.

Esta trayectoria es insostenible, y ahora también evidentemente mortal para las mayorías. Hay que buscar otros caminos.

En Cepei utilizamos la expresión “proconstruir mejor” (Build Forward Better), que consideramos más ajustada a construir un mundo pos-pandemia alineado al desarrollo sostenible, que la fórmula “Reconstruir mejor” (Build Back Better). Proconstruir es un concepto de la mayor relevancia al pensar en el mundo pos-COVID-19. Su contenido sigue en construcción, aun cuando sus ideas centrales ya están claramente definidas.

Proconstruir implica integrar el principio de solidaridad con las generaciones actuales (“solidaridad horizontal”) y futuras (“solidaridad vertical”), que se encuentra en el corazón del desarrollo sostenible, en los procesos de gestión de los efectos de la COVID-19 y en la construcción de estrategias de recuperación.

Como una herramienta que contribuya a hacer frente a esa realidad, al menos respecto del acceso a tratamientos y vacunas, se alzó la iniciativa COVAX.

COVAX: el primer ejemplo de proconstruir mejor (Build Forward Better)

Para avanzar en una proconstrucción con igualdad en el enfrentamiento a la COVID-19 y sus impactos sociales, económicos y ambientales, el momento actual requiere asegurar el acceso de vacunas y tratamientos contra el virus a todos los rincones del planeta. Mientras la COVID-19 se mantenga activa en un lugar del planeta, la espada de Damocles sigue colgando sobre las cabezas de todas y todos. Si aceptamos esto, las vacunas se convierten en bienes públicos globales.

Dentro de la conceptualización de estos bienes, las vacunas quedarían incluidas dentro del subgrupo de los bienes públicos globales “impuros”, esto es que el consumo de ellos por una persona impide el consumo por las demás (lo que no ocurre en los bienes públicos globales, como el aire puro). Este subgrupo de bienes es un espacio propicio para la competencia, pero con particularidades, dado que también sabemos que se trata de bienes cuyo disfrute solo es posible si son para todos. Así, aunque la aplicación de una dosis a una persona excluya que se le pueda aplicar a otra, solo podremos superar la pandemia si la mayor parte de la población mundial está vacunada.

Y aquí aparece la iniciativa COVAX. Buscando una solución al problema de la enorme inversión que implica la investigación para producir una vacuna, la premura en desarrollarla y lo imperioso de una distribución masiva que alcance a todas las personas, en abril de 2020 se creó la Iniciativa “Access to COVID-19 Tools (ACT) Accelerator,” presentada como, un marco de colaboración no institucional que reúne a actores públicos y privados, nacionales e internacionales, en un esfuerzo por acelerar el desarrollo, la producción y la distribución equitativa a test, tratamiento y vacunas contra la COVID-19.

El ACT-Accelerator se organizó en torno a cuatro ejes: diagnóstico, terapéutica, fortalecimiento de los sistemas de salud y vacunas. Dentro de este último pilar, la principal herramienta de trabajo es la COVAX, una plataforma lanzada en abril de 2020 por la OMS, la Comisión Europea y Francia y coordinada por la Alianza Mundial para la Vacunación e Inmunización (GAVI), la Coalición para la innovación en respuesta a Epidemias (CEPI), y la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el cual participan más de 170 países de todos los niveles de ingreso. 

COVAX opera como un fondo común de aportes de sus miembros para facilitar todos los procesos relacionados con la producción masiva y la distribución rápida y eficaz de las vacunas. 

La idea central detrás de la iniciativa es que a partir de la conformación de un fondo común de recursos públicos y privados se logre adquirir un portafolio diversificado de vacunas que permita su aplicación al menos al 20% de la población mundial; siguiendo una lógica de distribución equitativa de dosis disponibles. A inicios de abril de 2021, cuando se celebra un año de funcionamiento de la iniciativa, 90 países contribuyen financieramente a su fondo común.

El primer paso hacia la equidad en la distribución se produce cuando los países aportan al fondo común, adquiriendo dosis para un mínimo del 10% y un máximo del 50% de su población, proporción que varía de acuerdo a la suma aportada. En cualquier caso, COVAX no entregará vacunas compradas por su fondo a países que hayan recibido de la iniciativa un número de vacunas suficientes para inocular al 20% de su población hasta que todos los países aportantes reciban dosis equivalentes al 20% de su población. 

Ejemplo de distribución de vacunas según la COVAX

Fuente: Cepei, 2021

Además de las vacunas que lleguen a sus países aportantes, la COVAX hará con fondos propios compra y entrega de vacunas a países que no tienen capacidad económica para contribuir ni acceder a ellas en el mercado. Para ello se ha creado el “Compromiso Anticipado de Mercado para las Vacunas contra la COVID-19” (Advance Market Commitment for COVID-19 Vaccines, o AMC) que beneficia a 92 países de ingresos medios y bajos.

Para ello se ha establecido un segundo fondo, el COVAX AMC, totalmente independiente al fondo COVAX, que se financia a partir de aportes voluntarios de los Estados, que contarán como Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), contribuciones del sector privado y de la filantropía.

Dado que las vacunas son compradas por fondos diferentes, no se considera que los países beneficiarios del AMC deban alcanzar la tasa del 20% en la relación entre población y dosis recibidas antes de que los países contribuyentes de la iniciativa COVAX puedan recibir cantidades de vacunas por encima de esa proporción.

Finalmente, un total de cerca del 5% de las vacunas adquiridas será guardado como reserva a ser utilizada frente a brotes agudos o entregado a organizaciones humanitarias que dan protección a personas que de otro modo quedarían desprotegidas, como migrantes y apátridas.

Para finales de 2020, la COVAX se había asegurado acceso a 370 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca, pudiendo optar por adquirir otros 900 millones, 500 millones de dosis de la vacuna de Johnson & Johnson, 200 millones de Sanofi-GSK y 40 millones de Pfizer.

Para darle mayor certeza en el tiempo a los flujos de fondos, se ha establecido una tercera herramienta financiera, la Facilidad Financiera Internacional para la Inmunización (International Finance Facility for Immunisation, o IFFIm), que se nutre de compromisos de pagos a futuro realizados por sus aportantes. Para acceder a información actualizada sobre el monto y estado de aportaciones a los diferentes fondos haga click aquí.

La iniciativa COVAX recaudó en 2020 un total de 2.200 millones de dólares estadounidenses, pero estima que en 2021 requerirá de un total de 8 mil millones. La llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Joe Biden ha sido una excelente noticia para la COVAX. Ese país pasó de ignorarla por completo en la administración Trump a firmar compromisos de financiación por 4 mil millones de dólares, a ser entregados en 2021 y 2022, según lo anunció la reunión del G7 de febrero de 2021, donde el total de compromisos de nuevas contribuciones de los países más industrializados alcanzó la suma de aproximadamente 8,4 mil millones de dólares. Con estos aportes, COVAX reúne al inicio del año un total de 6.3 mil millones de dólares de contribuciones a ser realizadas en 2021 acercándose considerablemente a su meta.

Covax: compromisos de financiamiento para 2021 (en millones de USD, datos al 1º de abril)

Fuente: Cepei con datos de Gavi

Conclusiones

La iniciativa COVAX se constituyó aprendiendo lecciones del pasado: la experiencia obtenida a partir del mecanismo para el desarrollo y distribución de vacunas antineumocócicas fue la base de su constitución. Sin embargo, esta iniciativa se construye desde el inicio con una visión de futuro, bajo la premisa de actuar hoy para alcanzar un mañana diferente, combinando elementos de lucha contra las consecuencias de la desigualdad, la vulnerabilidad, la COVID-19 y la premisa de que no hay soluciones individuales a problemas globales.

Su funcionamiento no está desprovisto de dificultades y contratiempos, pero aun así ya ha comenzado con su primera ronda de entrega de vacunas, de la que se están beneficiando tanto países desarrollados como en desarrollo.

El 24 de febrero de 2021, Ghana se convirtió en el primer país en recibir vacunas de la iniciativa COVAX. Desde entonces las entregas no se han detenido: para inicios de abril de 2021, 55 países han recibido sus primeras entregas de dosis.

Países que han recibido dosis de vacunas provistas por la COVAX, según el número de dosis recibidas

Fuente: Cepei sobre datos oficiales de la iniciativa COVAX
Actualizado al 7 de abril de 2021

Países que han recibido dosis de vacunas provistas por la COVAX, según el porcentaje de su población que representa el número de dosis recibidas (*)

Fuente: Cepei sobre datos oficiales de la iniciativa COVAX
 (*) Por razones de escala no se reflejan en el mapa los dos países con mayor porcentaje de población vacunada con dosis provistas por COVAX: Tonga (24%) y Barbados (20,8%)
Actualizado al 7 de abril de 2021

El total de dosis suministradas por COVAX hasta el 5 de abril asciende a 17.651.620, lo que representa un promedio del 1,10% de la población de sus países de destino. Puede realizarse un seguimiento en tiempo real de las entregas de vacunas por la iniciativa COVAX a países de América Latina y el Caribe en el sitio web de la Organización Panamericana de la Salud. Los datos muestran mucho más que un buen comienzo. 

COVAX es el primer ejemplo práctico de lo que es proconstruir. Demuestra cómo una acción multilateral concertada y solidaria es la vía para superar la situación en que estamos hoy. 

Desde el COVID-19 Data and Innovation Centre seguimos sus progresos, contribuimos a transparentar y divulgar los datos sobre sus acciones y creamos información propia a partir de combinar fuentes que puedan ser de utilidad para un mejor rastreo de la evolución de la campaña mundial de vacunación que ya está en marcha. 

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