
En un esfuerzo por reducir el contacto cara a cara y contener la pandemia por COVID-19, la mayoría de los países del mundo implementaron medidas para reducir la movilidad de las personas, a través de toques de queda, confinamientos en el hogar, cierres de escuelas y oficinas públicas, cancelación de eventos públicos, entre otras.
La efectividad de estas políticas dependió, en gran medida, de su diseño e implementación, pero también del contexto prepandémico de cada país particular. El hecho es que el mundo ha observado variaciones en cuanto a la movilidad interna de los países.
Los datos de los Informes de Movilidad Urbana sobre la COVID-19 de Google permiten un análisis de tendencia. Estos datos muestran cómo los movimientos de personas han cambiado durante la pandemia cuando se los compara con un período de referencia (3 de enero a 6 de febrero de 2020) y contiene categorías específicas de ubicación (supermercados y farmacias, parques, estaciones de transporte, tiendas y ocio, lugares de trabajo y zonas residenciales).
Los datos muestran algunos resultados esperados. Los lugares de trabajo, estaciones de transporte y ubicaciones de tiendas y ocio evidencian disminuciones significativas de movilidad desde que inició la pandemia. Esta disminución ocurre en distintas regiones y grupos de ingresos. El primer semestre de la pandemia –la primera mitad de 2020– fue el período con la mayor disminución, particularmente en las estaciones de transporte y ubicaciones de tiendas y ocio.

Los países de bajos ingresos denotan los menores cambios. En los lugares de trabajo, estaciones de transporte, tiendas y ocio, los países presentaron la menor disminución, particularmente durante el primer semestre de 2020 (es decir, menos personas se quedaron en sus casas comparado con los países de altos ingresos).

Esto es esperable, entre muchas razones, porque los países de ingresos bajos tienden a tener sistemas de seguridad social menos consolidados y mayores porcentajes de economía informal y empleo obrero, lo cual dificulta que las personas puedan costear quedarse en casa y modificar sus rutinas diarias sin reducir gravemente sus ingresos.

De manera similar, si se observan los datos por región, encontramos que, durante prácticamente todos los semestres de la pandemia, América Latina y el Caribe sufrieron la menor disminución de movilidad en el trabajo comparado con otras regiones. De manera contradictoria (ya que la pandemia no ha terminado), encontramos que en estos últimos meses del segundo semestre de 2021 incluso más personas han viajado al trabajo que antes de la pandemia. Desde que comenzó la pandemia, el país latinoamericano que ha mostrado la mayor disminución de movilidad en el trabajo (en promedio) fue Panamá, y el que mostró la menor variación fue Brasil. Esto se explica con la diferencia en las medidas tomadas para mitigar la pandemia. Por un lado, Panamá es uno de los países que impuso medidas de cuarentena obligatoria estrictas al comienzo de la pandemia y Brasil, gobernado por un presidente escéptico de las consecuencias de la enfermedad, ha sido uno de los países con menos restricciones internas.

Los gráficos que se encuentran arriba presentan solo una versión de la historia. Los efectos de los confinamientos y la reducción a la movilidad son multifacéticos. La OMS reconoce que
«Las medidas de distanciamiento físico y restricción de desplazamientos aplicadas en gran escala, llamadas frecuentemente medidas de ‘confinamiento’, pueden desacelerar la transmisión de la COVID-19 al limitar los contactos entre personas.
Ahora bien, estas medidas pueden tener un profundo efecto negativo en las personas, las comunidades y las sociedades, dado que conllevan casi la paralización de la vida social y económica. Estas medidas afectan desproporcionadamente a los grupos desfavorecidos, en particular las personas pobres, los migrantes, los desplazados internos y los refugiados, que con frecuencia viven hacinados en entornos carentes de recursos y cuya subsistencia depende del trabajo cotidiano.» [1]
También hay evidencia que sugiere que la salud mental sufre consecuencias por las restricciones a la movilidad interna. Un estudio muestra que lo más probable es que la salud mental de las personas haya sufrido grandes impactos debido a la pandemia y los confinamientos. Los autores sugieren que la intensidad del aburrimiento, la soledad, la preocupación y la tristeza aumentó en varios países de Europa Occidental y los Estados Unidos. [2]

[1] https://www.who.int/news-room/q-a-detail/herd-immunity-lockdowns-and-covid-19